La primera advertencia que podemos hacer es que trata a un Bolívar de Ficción, tergiversado sutilmente con fines ideológicos. Salta a la vista ante cualquiera que conozca con lujo de detalles, la vida del Libertador. Y no me refiero a las biografías del Libertador que nos inculcaban en las escuelas, aquellas caricaturas patrioteras mejor parecidas a la vida de un santo que a la de un ser de carne y hueso quien fue capaz de vencer las más grandes dificultades, entendido desde la conciencia de la realidad histórica donde vivió.
Una película impecable desde el punto de vista artístico. Fue realizada con las más sutiles técnicas del encantamiento ideológico. Nos muestra el Bolívar que difundió en el mundo anglosajón, un escritor español nacido durante la definitiva decadencia de España como potencia imperial. Realizada desde otro imperio, en vía al reconocimiento de semejantes condiciones.
Cuando estamos frente a una realización cinematográfica de semejantes magnitudes, la primera pregunta que debemos hacernos es ¿Quién la hizo? ¿Porqué la hizo? ¿Cuánto gastaron en producirla?. Si el lector conoce las respuestas correctas con respecto a estas interrogantes podrá entender sin mayores dificultades, las observaciones que al respecto hacemos.
Unión, Integración, liberación y Eudaidomía |
Una cosa es el culto a Bolívar y otra, el anticulto a Bolívar. Pero ambos tienen algo en común, son nocivos para percibir la realidad histórica. Otra cosa también es la historia ideologizada y la ficción manipuladora de la realidad con fines políticos. Dicho en otras palabras, una guarimba ideológica. Para el ignorante no existe diferencia, solo cuentan las sensaciones porque la información pertinente entra en su cerebro, de manera subliminal, sin que se percate de ello. Lo que sabe ha sido aprendido de manera mecánica, mediante técnicas didácticas y psicológicas harto difundidas e igualmente ignoradas por las grandes mayorías. Uno de los trucos más efectivos han resultado de la magia del cine y de los trucos de la TV.
En las siguientes líneas vamos a centrar nuestra atención
sobre el film El Libertador, proyectando nuestra atención en el escritor de la
película, durante nuestro primer acercamiento al tema. Nos referimos a un señor
de origen estadounidense, llamado Timohty J. Sexton quien
sabrá de Bolívar, lo que leyó para escribir el guion.
Los influjos del
autor.
Dadas las características generales de su visión del
personaje, podemos deducir que su lectura principal se corresponde con el punto
de vista de Salvador de Madariaga (1886 1978), ingeniero de minas, formado en
Francia, escritor, diplomático, y periodista, español quien no guarda relación
con el célebre canónigo José Cortés de Madariaga (1780 1826), tan popularizado
en Venezuela durante las conmemoraciones del 19 de abril de 1810. A partir de
1928, Madariaga trabajó como profesor de español en la universidad de Oxford y
no fue sino después de 1955 cuando publicó su libro De Colón a Bolívar.
Lejos de ser un admirador de Bolívar, Madariaga escribe desde
la llaga del dolor causado por el
recuerdo del auge y la caída del imperio más poderoso de la tierra. Su discurso
acusa la nostalgia de lo que hubiera sido de España, si no fuera por la culpa
de personajes como Bolívar. Desde su ejercicio como periodista en Londres, fue
uno de los escritores hispanos mejor difundidos en los ámbitos angloparlantes. No
es de extrañar que la visión del escritor que inspira la película provenga,
esencialmente de esa fuente. No obstante percibimos cambios notables en el
enfoque. No parece haberse inspirado en la versión de Madariaga para describir
la escena del atentado contra la vida del Libertador. Madariaga describe a un
hombre enfermo, delgado, arrugado, quien representa muchos más años. Es cierto
que Bolívar saltó por el balcón. Pero sus enemigos tenían conocimiento de su precario
estado de salud. Lo que resulta elocuente es la intención de presentar a un
hombre ágil y fuerte huyendo. Presentar como héroes a un manojo de
conspiradores quienes supuestamente luchan contra una “Tiranía”, cuando en realidad
son aspirantes a conservar su condición de administradores coloniales que
poseían antes de generarse la crisis de autoridad que generó la explosión
social que surgió como reacción popular ante la erección del gobierno de la
Primera República. Gobierno mantuano, esclavista, en cuya acta constitutiva no
deja de mencionar repetidas veces, su compromiso de fidelidad al Rey. Estos son
detalles de la realidad histórica que las historias oficiales han pretendido
ocultar, con muy buenos resultados, por cierto.
En las siguientes líneas desglosaremos algunos aspectos de la
ficción cinematográfica que contradicen la realidad histórica, amén de las
contradicciones y anacronismos que saltan a la vista del más desprevenido de
los espectadores, con mínimo de formación historiográfica.
La incompatibilidad del personaje con la realidad histórica
se refleja en anacronismos, tales como presentar a un Simón Rodríguez durante
el año 1802, huyendo de Monteverde, de paso, un Monteverde con la envestidura
de un general Morillo, o de Capitán General si no miramos su uniforme. Primero,
Bolívar regresó con su esposa después de marzo de 1802. Ella muere en enero de
1803. Simón Rodríguez, según investigaciones del doctor Arturo Uzlar Pietri, lo
ubica trabajando en Lyon en 1802; además en esa fecha la autoridad española era
el capitán general Las Casas, Emparan estaba en Cumaná. Bolívar había pasado
una década de viudez cuando aparece Monteverde, el dictador de los canarios. Cumple
con Bolívar, los términos de la Capitulación que los mantuanos atribuyen a
Miranda, pero no como premio por entregar a Miranda como asegura Madariaga.
Bolívar formó parte del grupo de mantuanos quienes habían puesto preso a
Miranda para asumir el mando. No era tan tonto Monteverde como para ejecutar a
un prócer de la independencia estadounidense, o a un Mariscal de Campo de la
Francia Revolucionaria como lo era Miranda, mucho menos dejarlo ir pudiendo
incumplir con su palabra, la cual demostró que no valía lo que en aquella época
valía la palabra.
Omite la estadía de Bolívar en Curazao. Desde el punto de
vista racista de los realizadores de Hollywood, colocarlo saliendo de una
selva, después de golpear a un niño aborigen, y luego sacarlo en curiaras con
un ejército de Indios, no es precisamente un cumplido. Una mentira piadosa para
exaltar la imagen del personaje. Es una descarada manipulación cuando omite la
presencia de Bolívar en Cartagena. En lugar de reconocer que Bolívar recibió el
mando del Congreso para realizar la Campaña Admirable. Monta una escena con un
diálogo que ilustra otra patraña. Bolívar con su lógica libertaria dice
claramente que eso no es una frontera sino un río, vale. Esto frente a un
Santander, quien supuestamente representaba órdenes superiores, mentira.
Pretende inocular el trasnochado tema positivista: Bolívar la barbarie,
Santander la ley civilizada. La verdad es otra, Santander era entonces un
oficial de bajo rango, la autorización para invadir a Venezuela la recibe
Bolívar de Camilo Torres. No en la forma manipulada como lo pintan las imágenes
y el diálogo. ¿Qué necesidad hay de semejante giro ideológico? En la pregunta
está la repuesta. Pensar en izquierdas y derechas es anacrónico desde la caída
del muro de Berlín. La manipulación a través del discurso cinematográfico deja
escapar un tufo a colonialidad del poder. ¿ Será la misma llaga en dos tiempos
históricos diferentes que gimen las dos decadencias de sus respectivos
imperios?.
El tratamiento estético acusa mayores influjos de la versión
colonialista de la historia de Nuestra América, que la que debiera financiar un
gobierno que se jacte de anticolonialista, no digamos si quiera revolucionario;
no solo porque omite episodios fundamentales esenciales para el entendimiento
del personaje y sus circunstancias; sino que además, resalta su liderazgo como
algo traído desde la selva, donde el Congreso de Cartagena ni siquiera figura.
La positivista clásica confrontación barbarie civilización. Santander culto,
civilizado y elegante vs Bolívar, andrajoso, salvaje, seguido por los “pata en
el suelo”.
La película
Comienza y termina mostrando a un vigoroso Simón Bolívar,
durante la media noche del 25 de septiembre de 1828. Los productores “olvidan” que
el héroe se encuentra a escasos veintisiete meses de su muerte en cama a causa
de la tuberculosis. Este detalle, más que mera torpeza producto de la
ignorancia, proviene de una intencionalidad que se irá revelando en la medida
que prestemos atención en los detalles. Sólo un héroe de película es capaz de
vivir 17 años de guerra sangrienta, recorriendo un continente a lomo de bestia,
a punto de morirse de tuberculosis, y después de dos décadas de trabajo
guerrero y político tan intenso, continúa
en pantalla tan fresco como una lechuga y tan ágil como un venado.
Huyendo en carrera despavorida de los conjurados que llegaron para matarlo,
quienes en la realidad histórica resultaron ser unos cobardes, solo fueron
capaces de darle un planazo a Manuelita cuando estaba de espaldas atendiendo al
edecán herido. En la película figura Santander dirigiendo personalmente la
intentona golpista, jefe de la conjura,
quien en realidad se encontraba enconchado en casa de su hermana. Santander
había llegado la misma noche que le habían preparado otra celada en una fiesta
de disfraces, que tuvo lugar el 10 de agosto. Su viaje al exterior suele
confundirse con el momento de la Noche Septembrina.
La realidad histórica es que Bolívar, lejos de estar
bajándose de un brioso caballo para dedicarse a los placeres de la carne.
Recién salía de un baño caliente para espantar con menjurjes caseros, los
residuos de una gripe mal curada, o quizá ya, estaba delante de los primeros
síntomas producidos por la presencia del bacilo de Koch. Así lo recuerdan los testimonios
históricos. Cuando llegaron Pedro Carujo y el resto de los conjurados,
convalecía en cama. Esta escena ficcional presenta un atentado contra la vida
de un hombre, quien luego de bajarse vigorosamente de un caballo para
entregarse a los placeres de la carne, y que decide salir huyendo de Santander
en persona, cuando quienes están familiarizados con lo episódico de este asunto
histórico, saben que su enemigo político no había regresado de su viaje, y que la
conjura había sido delatada y, por tal circunstancia se vieron obligados a
adelantar el golpe. Ninguno de los antecedentes al atentado son tratados por el
escritor de la película. Menos el origen masónico que Madariaga atribuye al
complot. El mismo Madariaga revela también que Manuela Sáenz, su amante, había encontrado a Bolívar
metido en la tina de agua caliente cuando llegó para atenderlo en su
convalecencia.
El manejo psicológico de la imagen es la de la ficción de un
Libertador, que comienza y concluye huyendo. Tampoco muere en la cama, como en la
realidad histórica. Finalmente será la imagen del Bolívar fisionado por
Hollywood, la que terminará imponiéndose
en el imaginario colectivo de la sociedad desinformada de la historia, como lo
hicieron con las películas de la caballería contra los habitantes originales
del norte de México, donde para muchos, los genocidas figuran como los héroes
civilizadores.
¿Quién puede creer que este Bolívar Galopante está a 27 meses de su muerte en cama por la tuberculosis? |
La imagen manipulada de Monteverde es otro caso típico de
manipulación de la imagen histórica, realmente era un pirata contrabandista de
origen isleño, quien desembarcó en Coro proveniente de Puerto Rico, con el
propósito de saquear a las víctimas del terremoto de 1812, a quien se le
presentó la oportunidad de derrocar al debilitado gobierno de la Primera
República, lejos de ser realistas, estaban en contra de los mantuanos que es
otra cosa. Un capitán de fragata que llega de Puerto Rico, a saquear a los
damnificados de las principales ciudades afectadas por el terremoto de 1812, lo
presentan con la investidura del General Don Pablo Morillo, y sustituyendo a
Emparan o más bien a su predecesor, Las Casas. Y el encuentro inicial de
Bolívar y Miranda como algo casual, y en la ciudad de París, el desencuentro de
ambos personajes en 1812 corresponde a la versión que hace el historiador
español, Salvador de Madariaga, donde Bolívar, prácticamente entrega a Miranda
a cambio de la firma del pasaporte para salir de Caracas. En lugar de ir a
Curazao, lo meten en la selva, de donde sale con un ejército de excluidos
sociales, después de una ridícula escena donde golpea a un niño que le robó las
botas, y termina regalándoselas.
Bolívar 1829 por Manuel Gallardo Fotografía Eloy Reverón |
El Bolívar vigoroso que ilustra esta ficción, dicta mucho del Bolívar
histórico, minimizado por la bronquitis quien saltó de su lecho de enfermo
desde el balcón del Palacio de San Carlos, en Bogotá. Mientras Manuelita, su
amante, enfrentó a los conjurados en la puerta de su cuarto, después que Carujo
asesinara al coronel Guillermo Fergunson, quien se interpuso en su paso;
el relato de Madariaga dice que lo
apuñalaron mientras dormía. Esto último también lo omite la ficción. Santander
estaba escondido en casa de su hermana la noche el 25 de septiembre de 1828, en la película lo colocan persiguiendo al Libertador
quien huye asustado, más raudo que un zorro. Mejor influenciada por la versión
colonialista de la historia que delata el entre líneas de su discurso, a lo
largo de los diálogos y las imágenes. Casualmente, el escritor español,
Salvador de Madarianga, quien escribía desde la herida después de ver
derrumbado al arrogante imperio español.
Demasiado lejos de convertirse en un tratado de historia, a
cuya aspiración niegan sus promotores, a cambio la industria del cine
estadounidense nos coloca frente a otra versión ideologizada del héroe. Las
intenciones están demasiado evidenciadas si tomamos en cuenta el contexto
histórico cuando fue producida y estrenada.
Sobre el autor de la ficción.
La ficción es necesaria
en el cine cuando se inventan diálogos que expliquen aclaren y sobre todo, cuando interpretan a través del arte, la realidad histórica, como en el caso del Bolívar protagonizado por Roque Valero,
El hombre
de las dificultades, Vale. Pero cuando se inventa para distorsionar o
tergiversar la realidad histórica, la pluma se convierte en mercenaria y cae en
un espacio donde la ética y la historia no tienen lugar. ¿Porqué escoger a un
guionista de esa industria cinematográfica? Ideología, simplemente eso. ¿Pensaron
de donde viene.?
El guionista jolibudense de Bolívar es
conocido como autor de la película For Love or Country: The Arturo Sandoval
Story, la vida de un trompetista cubano que pide asilo en la embajada
estadounidense. Por la maleta, conoces al pasajero. Cualquier sospecha de la
batería neocolonial en el entre líneas de este Bolívar es un prejuicio.
Timohty J. Sexton
es un artista, utilizando el atractivo heroico del trompetista para dejar claro
en el trasfondo los aspectos negativos de Cuba, especialmente, de su gobierno. No
podía tocar si no se inscribía en el partido. En un país donde “no reconocen
los talentos” como los de él. Todo el decadente Jazz, no aprobado por el
control de calidad de la Revolución.
Todo esto
desarrollado en dos planos; uno, durante el interrogatorio que le hace el
funcionario diplomático estadounidense en el país donde solicitó asilo, y el
otro las justificaciones que supuestamente tuvo que ofrecer al funcionario para
que le dieran asilo. Es la vida de Sandoval, en el marco de su angustia: dejó a
su país, para encontrarse con su esposa y su hijo en Londres, quienes
extrañamente habían salido por su lado. Recibió el premio Gramy, la ciudadanía
estadounidense, y después vivieron felices para siempre. Esta obra maestra del
guionista y autor del texto, le mereció el contrato para realizar El
Libertador.
Esta película
resulta una sutil estocada en una de las partes más débiles del proceso
bolivariano, la promoción de su conciencia revolucionaria. Más efectiva que las
guarimbas porque sus efectos son invisibles como un veneno, o radiaciones
cancerígenas inoculadas. Su acción es residual y efectiva.
Visión panorámica de los
espectadores
A través del simple
discurso de los mensajes dejados por el público cine vidente en la Red podemos
remitirnos a las historias patrias de cada país y el trabajo continental del
gran cine para ideologizar a través de la ficción histórica, o de la mitología
de lo cotidiano, como diría Rodolfo Izaguirre. El nivel de las participaciones
y comentarios es realmente precario.
Al cinéfilo argentino fue necesario puntualizarle que en 1817
San Martín cruzó Los Andes desde Argentina, hacia Chile, la travesía bélica
concluye en la Batalla de Maipú el 5 de abril de 1818. En 1819 Bolívar cruzó
los Andes Orientales colombianos páramo de Pisba, con soldados de los llanos
occidentales de Venezuela, semi desnudos acostumbrados a 42 grados, cuando
encuentras sombra. El resultado culmina con la derrota de los colonialistas del
Rey en Pantano de Vargas y en Boyacá. Necesario informar que las respectivas
historiografías colonialistas de Argentina y Venezuela, siempre compitieron por
la fatuidad de cuál de los dos era más héroe. El nivel general, no ha cambiado
gran cosa.
El cinéfilo peruano piensa que Bolívar odiaba a Perú. Está
lejos de siquiera sospechar que la Oligarquía colonialista y neocolonialista
peruana ha sido la enemiga de Bolívar. En Alto Perú, hoy Bolivia, la oligarquía
colonialista local lo llamaba "El Sambo ese". La Oligarquía
venezolana de entonces, también compartía los sentimientos de repudio a Simón
Bolívar de los oligarcas peruanos y de la oligarquía colonialista bogotana,
quienes atentaron contra su vida, cuando estaba manifestando los primeros
síntomas de la tuberculosis que lo terminó de matar.
Ahora
más que nunca existe gente que cree que puede aprender historia limitándose al
cine. Prefieren que se la lean e interpreten al gusto y necesidades de su amo.
Un Simón Bolívar de ficción elaborado para gente que masca chicle y puede considerar algo como verdadero porque se lo pinten bonito. Capaces de ingerir un veneno, si se lo pintan beibiblu. Los anacronismos y las manipulaciones de la imagen de los personajes históricos, se mueven impunemente por la pantalla. Algunos espectadores protestaron en voz baja, creyendo que la imagen falseada proviene del Gobierno.